En un entorno económico cambiante, la inflación se convierte en un factor decisivo para todos aquellos que tienen obligaciones financieras. Comprender su impacto en el pago de tus créditos te permitirá tomar decisiones más acertadas y proteger tu salud financiera.
La inflación se define como el aumento sostenido de los precios de bienes y servicios en un periodo determinado. Este fenómeno erosiona el poder adquisitivo de la moneda y altera la percepción del valor de tu dinero.
Cuando los precios suben, con el mismo dinero puedes comprar menos productos y servicios. Este efecto afecta tanto a consumidores como a quienes mantienen deudas, pues altera la relación entre el ingreso disponible y las cuotas de crédito.
El tipo de interés de tu crédito determina cómo reacciona el pago mensual ante cambios inflacionarios. Conocer estas diferencias es esencial para evaluar tu exposición al alza de precios.
En un contexto de inflación elevada, la deuda a tasa fija puede resultar más ventajosa si la inflación supera el interés pactado, ya que el valor “real” de la deuda disminuye con el tiempo. Por el contrario, un crédito variable puede encarecerse si las entidades financieras elevan sus tasas para frenar la inflación.
Los bancos centrales suelen aumentar las tasas de referencia cuando la inflación se dispara, con el objetivo de incentivar el ahorro y desincentivar el consumo. Este mecanismo afecta directamente el costo de los préstamos nuevos.
Un incremento en la tasa de interés de referencia implica que los bancos comerciales eleven su propia tasa para cubrir riesgos. Así, quien solicita un crédito hipotecario o un préstamo personal encuentra condiciones más costosas.
La inflación puede convertirse en aliada de quienes tienen créditos a tasa fija. Aunque la cuota nominal no varíe, el poder adquisitivo del dinero disminuye, lo que reduce el costo real de las cuotas pagadas en el futuro.
Si la inflación anual es superior a la tasa de interés de tu crédito, estarás pagando con un dinero que vale menos que el que recibiste, beneficiando tu flujo de caja a largo plazo.
El principal riesgo para los hogares es la reducción del ingreso disponible. Con precios más altos, las familias destinan una mayor proporción de su salario al pago de deudas, aumentando el riesgo de impagos o mora.
Cuando crece la morosidad, las entidades financieras restringen el acceso al crédito y endurecen las condiciones. En Estados Unidos, por ejemplo, a principios de 2025 las moras en tarjetas de crédito alcanzaron niveles similares a la crisis de 2008.
Frente a un entorno inflacionario, es fundamental adoptar prácticas que minimicen el impacto en tu presupuesto y mantengan tus finanzas sanas.
En México, la caída de la inflación de 4.21% en 2024 a 3.59% en enero de 2025 vino acompañada de una reducción de las tasas hipotecarias, lo que educación financiera para comprender el momento óptimo de contratación de un crédito.
Para ilustrar estos conceptos, veamos cómo se comportaron la inflación y las tasas hipotecarias en México:
En paralelo, la morosidad en créditos al consumo y tarjetas en Estados Unidos alcanzó niveles críticos a inicios de 2025, reflejando el impacto de la inflación y tasas de interés pueden aumentar los costos de la deuda.
La inflación es un elemento constante en la economía que puede favorecer o perjudicar a los deudores, según el tipo de crédito y las condiciones de mercado. Mantenerse informado, comparar opciones y planificar con antelación son pilares de una estrategia financiera sólida.
Antes de asumir una nueva deuda, analiza priorizando el pago de créditos y evalúa si conviene fijar la tasa o asumir cierta variabilidad. Con estas prácticas, estarás mejor preparado para enfrentar los desafíos que trae la inflación.
Referencias