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Cómo aprovechar periodos de carencia en la hipoteca

Cómo aprovechar periodos de carencia en la hipoteca

16/07/2025
Robert Ruan
Cómo aprovechar periodos de carencia en la hipoteca

Guía completa para sacar partido a periodos de carencia en tu hipoteca de forma segura y eficaz.

¿Qué es un periodo de carencia?

Un periodo de carencia en una hipoteca es una etapa financiera muy útil para quienes atraviesan dificultades temporales. Durante este tiempo, el titular puede reducir o incluso suspender el pago de la cuota mensual. En la práctica, esto permite respirar con más holgura y reorganizar las prioridades económicas sin incurrir en un impago.

Existen dos modalidades básicas que se pactan con el banco:

  • Carencia parcial: solo se abonan los intereses, pero el capital pendiente no se reduce.
  • Carencia total: no se paga ni capital ni intereses; los intereses generados se suman al capital futuro.

Al terminar la carencia, la entidad financiera recalcula el importe de las cuotas. Si no se amplía el plazo, las nuevas cuotas serán más elevadas, por lo que etapa pactada con el banco en la negociación es fundamental para evitar sorpresas.

Duración y plazos habituales

La duración de un periodo de carencia varía según la política de cada banco y las características del préstamo. En general, los plazos más comunes oscilan entre 6 meses y 5 años, siendo frecuentes los periodos de 12 a 24 meses para hipotecas convencionales. En el caso de proyectos de autopromotor, es habitual aplicar la carencia durante toda la fase de construcción, lo que facilita destinar recursos a finalizar la vivienda antes de afrontar las cuotas completas.

¿Cuándo y por qué solicitar una carencia?

Solicitar un periodo de carencia no debería ser una medida habitual, sino una herramienta para situaciones concretas. Identificar el momento adecuado es clave para aprovechar sus ventajas sin asumir costes excesivos.

  • Problemas de liquidez en los primeros años del préstamo.
  • Desempleo u otras dificultades financieras temporales.
  • Necesidad de afrontar reformas en la vivienda o gastos extraordinarios.
  • Emergencias familiares que requieran destinar recursos a otro frente.

Este recurso encaja cuando la recuperación de ingresos es previsible a corto o medio plazo.

Ventajas de la carencia

La principal ventaja de la carencia es su capacidad para pagar solo los intereses del préstamo, lo que reduce notablemente la presión sobre el presupuesto mensual y evita caer en impagos. Esta pausa permite destinar los recursos disponibles a prioridades urgentes, como obras de rehabilitación, gastos médicos o gastos imprevistos.

Además, al seleccionar la modalidad adecuada, se puede mantener la estabilidad financiera sin comprometer la relación con la entidad bancaria. Una buena planificación de este alivio temporal contribuye a recuperar el control de las finanzas

Inconvenientes y riesgos

Es importante recordar que la carencia trae consigo ciertos efectos secundarios que conviene sopesar antes de firmar:

La carencia no reduce la deuda pendiente, por lo que posponer la amortización del capital puede traducirse en un desembolso mayor a largo plazo. Adicionalmente, los intereses no pagados en caso de carencia total se suman al capital, provocando un efecto de interés sobre interés que incrementa el saldo.

Tras el periodo de carencia, las cuotas pueden aumentar de forma sustancial si no se amplía el plazo original. Para mitigar esta subida, suele ser necesario renegociar la duración del préstamo, lo que puede generar gastos extra y alargar la deuda en el tiempo.

Asimismo, las entidades suelen aplicar comisión de novación y gastos notariales equivalentes al 1% del capital pendiente, lo que implica un coste adicional inmediato.

Cómo solicitar un periodo de carencia

Para acceder a esta opción existen principalmente dos vías:

  • Negociación individual: Consultar con el banco y tramitar la novación hipotecaria, que incluye tasación, comisión y reajuste de términos.
  • Código de Buenas Prácticas: Dirigido a colectivos vulnerables; permite carencias de 2 a 5 años sin coste para el titular si se cumplen los requisitos.

En ambos casos, la entidad evaluará tu situación financiera y tu capacidad de recuperación antes de aprobar la carencia.

Ejemplos prácticos y simulaciones

Para visualizar el impacto real, veamos dos simulaciones aproximadas. Si pagas normalmente 600 € al mes y optas por una carencia parcial de dos años, podrías pasar a abonar solo los intereses, por ejemplo, 250 € mensuales. Una diferencia que libera 350 € cada mes para otros fines vitales.

En un escenario de carencia total, durante el mismo periodo no pagarías nada, pero al retomar los pagos la cuota podría subir a 725 €, suponiendo que no amplíes el plazo. Este incremento se debe al capital acumulado más los intereses no abonados, por lo que conviene calcular con detalle el futuro desembolso.

En cuanto a comisiones, si el capital pendiente es de 150.000 €, la comisión aproximada del 1% ascendería a 1.500 € más los gastos de notaría asociados a la novación.

Consejos clave para aprovechar la carencia de forma responsable

Usa la carencia solo en fases de dificultad transitoria y cuando la recuperación de ingresos sea razonablemente previsible. De lo contrario, podrías comprometer tu estabilidad a largo plazo.

Antes de solicitarla, es fundamental calcular el impacto en el coste final y en las cuotas futuras, evaluando distintas alternativas de ampliación de plazo o renegociación.

Negocia con la entidad para conseguir las condiciones más favorables posibles o acude al Código de Buenas Prácticas si cumples los requisitos. Un asesoramiento financiero especializado puede marcar la diferencia.

Finalmente, planifica el momento de la salida de la carencia y destina parte de los recursos liberados a crear un colchón de emergencia que evite recurrir de nuevo a esta opción.

Conclusión

El periodo de carencia es una herramienta versátil que, bien negociada y con una planificación previa, puede convertirse en un alivio temporal decisivo para superar baches financieros. No obstante, requiere una visión global de tu hipoteca y un cálculo riguroso de sus consecuencias.

Con disciplina, información y la guía adecuada, puedes optimizar las finanzas personales y domésticas sin comprometer tu futuro ni el de tu familia, aprovechando cada recurso que pone al alcance la banca.

Robert Ruan

Sobre el Autor: Robert Ruan

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