En 2025, la economía mundial encara retos sin precedentes: inflación elevada y conflictos geopolíticos ponen a prueba la estabilidad de los mercados y la confianza de los inversores. Ante esta tormenta de incertidumbre, una vez más el oro emerge como el activo tangible con liquidez global que protege el patrimonio y actúa como faro de seguridad.
Este artículo explora por qué el metal dorado conserva su atractivo en tiempos convulsos, analiza cifras recientes que respaldan su demanda creciente, compara alternativas de refugio y ofrece consejos prácticos para quienes buscan blindar su cartera.
El concepto de “activo refugio” se refiere a aquel instrumento que resguarda el valor del inversor cuando las divisas y los mercados accionarios se desploman. En este contexto, el oro conserva tres características fundamentales:
Históricamente ha servido como reserva de valor durante crisis políticas y económicas, desde la caída de mercados en 2008 hasta las turbulencias recientes en regiones de alto riesgo.
Durante las últimas semanas de 2025, la demanda de oro registró un nuevo pico. Tres factores clave explican este fenómeno:
Según Bloomberg Intelligence, cuando el índice de volatilidad VIX subió un 45 % en un episodio crítico de 2019, el oro mantuvo o elevó su precio, mostrando una correlación inversa cercana a –0,6 con el S&P 500. En Argentina, con una inflación anual superior al 100 %, el oro físico experimentó una estabilidad notable mientras otros activos sufrían caídas superiores al 30 %.
Además de los eventos de corto plazo, existen tendencias estructurales que fortalecen el rol del oro:
1. Crisis energéticas: la incertidumbre sobre el suministro de gas y petróleo impulsa la búsqueda de refugios seguros.
2. Debates sobre monedas digitales: la posible implementación del euro digital y la inestabilidad del dólar alimentan la incertidumbre ante el futuro monetario.
3. Políticas proteccionistas: anticipándose a nuevas barreras comerciales, muchos inversores realizaron compras de oro en fases previas a la aplicación de aranceles.
Estos estímulos convergen en un escenario donde el oro no solo preserva el valor, sino que atrae capital que busca seguridad antes de una eventual reversión a activos de mayor riesgo.
El oro presenta beneficios claros que todo inversor debe evaluar:
Estas ventajas lo convierten en un pilar para equilibrar riesgos, especialmente en entornos donde la aversión al riesgo está en máximos.
Ningún activo es perfecto. El oro también implica ciertos desafíos:
Por ello, es clave ajustar la exposición al oro según el horizonte de inversión y la tolerancia al riesgo de cada individuo.
Además del oro, inversores suelen considerar otros activos defensivos. A continuación se presenta una tabla comparativa:
Los diamantes ofrecen un atractivo distinto por su escasez y certificación, aunque carecen de la transparencia global que caracteriza al oro. Por otro lado, bonos soberanos de bajo riesgo pueden complementar, pero no sustituyen la diversificación que aporta el metal precioso.
De cara a los próximos meses, es probable que el oro siga consolidando su papel de refugio mientras persistan tensiones en el tablero internacional y presiones inflacionarias. No obstante, la clave está en dos recomendaciones:
Con estos lineamientos, el inversor puede aprovechar la seguridad histórica del oro sin renunciar a la oportunidad de reequilibrar su portafolio hacia activos de mayor rendimiento cuando las condiciones mejoren.
En conclusión, el oro continúa siendo un refugio probado incluso en 2025. Sus características únicas lo mantienen en el punto de mira de quienes buscan mitigar riesgos y preservar su poder adquisitivo en un escenario global cargado de incertidumbre.
Referencias