En un escenario donde la deuda de tarjetas de crédito en Estados Unidos se dispara a niveles sin precedentes, es crucial replantear nuestra relación con este instrumento financiero.
La deuda total de tarjetas de crédito en EE.UU. alcanzó $1.66 billones en el tercer trimestre de 2024, luego de superar los $1.21 billones al cierre de 2023. Este crecimiento acelerado de más de $270 mil millones en tan solo dos años demuestra un patrón de dependencia creciente.
El promedio de deuda por hogar ascendió a $10,757, mientras que el incremento trimestral entre octubre y diciembre de 2023 fue de $45,000 millones. Estos números apuntan a un uso cada vez más frecuente de la tarjeta como un salvavidas financiero.
La inflación anual, que rondó el 3% a inicios de 2024, y el aumento del costo de la vida han llevado a millones de estadounidenses a financiar gastos básicos con crédito.
Los hogares de ingresos bajos y medios, con ahorros cercanos a cero, utilizan la tarjeta para cubrir necesidades urgentes: alimentos, gasolina y medicinas. Además, casi la mitad mantiene saldos pendientes de las fiestas del año anterior.
Utilizar la tarjeta como último recurso implica asumir tasas de interés muy superiores a otros tipos de financiamiento. La APR promedio supera el 15%, y las penalizaciones por impago pueden llegar al 26.87%.
La frecuencia de atraso mayor a 30 días subió a 3.52%, y los saldos gravemente morosos alcanzaron los $46,000 millones, nivel más alto en 14 años. El sobreendeudamiento genera:
La clave para convertir la tarjeta de crédito en una aliada está en el uso racional y planificado. Debemos verla como un método de pago seguro, no como un salvavidas.
Antes de realizar una compra, evalúa si el gasto está dentro de tu presupuesto mensual y si podrás saldar el saldo en su totalidad antes del próximo corte.
Más allá de los hábitos individuales, es fundamental fortalecer la educación financiera desde la escuela y en iniciativas comunitarias. Comprender cómo funciona el crédito y el impacto de los intereses es esencial.
Los bancos y fintechs pueden contribuir ofreciendo productos diseñados para el ahorro y la prevención de sobreendeudamiento, como alertas automáticas al acercarse al límite de crédito y simuladores de pagos.
La creación y promoción de un fondo de emergencia independiente permite afrontar imprevistos sin recurrir a la tarjeta de crédito. Destinar aunque sea un pequeño porcentaje del ingreso mensual a este fondo puede marcar la diferencia.
Convertir la tarjeta en una herramienta de control requiere disciplina, planificación y el acompañamiento de sistemas claros de monitoreo. Así, evitaremos que se convierta en una trampa financiera y la transformaremos en un facilitador de nuestras metas y proyectos a largo plazo.
Referencias